La temporada pasada, el Barça llegó 45 minutos tarde a Pamplona, pero Osasuna le esperó. Ayer no fue el caso. Los barcelonistas no aterrizaron en el Reyno de Navarra hasta el inicio de la segunda parte, pero para entonces ya era demasiado tarde. La peor primera parte que se le recuerda al equipo de Guardiola había acabado con 2-0 para los locales y el intento de machada, de mano de los chavales del Barça B resultó tan enternecedor como estéril. Los navarros no flaquearon, se defendieron con criterio, contragolpearon letalmente y se llevaron tres puntos que dejan el camino libre para que el Real Madrid reconquiste la Liga. Si los de Mou ganan hoy al Levante, se escaparán a diez puntos de los blaugrana.
El estado del terreno de juego, muy duro a causa del frío, pudo influir en el resultado, pero de ninguna manera lo explica. El examen de conciencia del Barcelona no debería pasar ni por el frío ni por las decisiones de Paradas Romero, que anuló un gol al Barcelona y que no vio un posible fuera de juego en el segundo gol rojillo. El verdadero examen debería pasar porque el equipo se desmoronó en sus principales pilares.
Ni una de las llamadas vacas sagradas estuvo a un nivel aceptable. De Valdés a Pedro pasando por Messi. Y capítulo aparte merece Guardiola. El técnico sabía que se jugaba gran parte de la Liga en Pamplona y aún así dejó en el banco a Xavi, Iniesta y Fàbregas. Si a esto le añadimos que Busquets se había quedado en casa lesionado, la decisión de dejar la creación de juego en manos de Sergi Roberto, Thiago y Mascherano fue una apuesta muy arriesgada.
Dormidos. Mira que el frío despierta y el calor amodorra, pero los dos grados bajo cero con los que se inició el partido en Pamplona sólo le pusieron las pilas a un Osasuna que se comió a un Barça patoso y descentrado. A los cuatro minutos de juego, Raúl García, que estuvo inmenso toda la noche, le robaba la cartera a Puyol y servía un balón para que Lekic, más listo que Piqué, marcara el primero.
El Barça debió pensar que tenía aún mucho partido por delante y no se dio por enterado. Gracias a la calidad de Messi y Alexis, rondaron el gol, pero Andrés Fernández dejó bien claro que estaba sublime. Osasuna olió sangre y siguió ganando por actitud y por determinación todos los balones divididos y a los 22 minutos ya vencía por 2-0. De nuevo Lekic se había rifado a Piqué.
La segunda parte fue una metáfora de lo que se ha convertido la Liga para los barcelonistas. Remando a contra corriente, con los chavales del Barça B tirando del carro, Alexis acortó distancias, pero la posibilidad de milagro se fue por el sumidero casi inmediatamente por culpa de otro error en la defensa. Esta vez fue Valdés el que salió retratado junto a Piqué.
Aferrados a Cuenca y Tello, dos jugadores que eran desconocidos hace dos meses, el Barça se fue a por el milagro. Y casi lo logra. Tello marcó un golazo, pero el asedio a la portería de Andrés Fernández no dio resultado ante la desesperación de Xavi e Iniesta, que desde el banquillo veían impotentes el patinazo de su equipo.